(PD).- No hay nada de casual en que Juan Villalonga haya iniciado su particular reconquista de España por Valencia. En primer lugar, Villalonga, que ha tenido siempre el acierto de rodearse de buenos abogados, acaba de liberarse de todo periplo judicial que tenía en nuestro
país -Sintel ha sido el último de ellos- del mismo modo que se han lavado todos los trapos sucios que supuestamente dejó en Telefónica.
En segundo lugar, y con cierta exageración, a lo que se alude es a unas raíces valencianas a las que anteriormente Villalonga ni siquiera mencionaba, por no hablar de que el polémico gestor ha sido no sólo madridista, sino habitual en el palco de honor del Bernabéu en otros tiempos, según informa el semanario Época.
En última instancia vienen argumentos de más calado: tanto el Ayuntamiento de Rita Barberá como la Generalitat de Francisco Camps están “encantados de la vida” con la vuelta de Villalonga para salvar un Valencia Club de Fútbol que, en las manos de Juan Bautista
Soler, ha llegado a un endeudamiento de 400 millones de euros, agravado día a día con la
construcción del nuevo estadio.
Pese a los rumores, Villalonga no tiene previsto todavía mudarse a España, ni a su casa madrileña en el barrio de los Jerónimos ni, por supuesto, a Valencia. De momento seguirá
viviendo en su palacete de Kensington Square, distrito de los millonarios en
esa capital mundial del dinero que hoy por hoy ha vuelto a ser Londres.
Desde fuentes cercanas a Juan Villalonga, de hecho, lo que se intenta es quitar importancia a la presencia del ex presidente de Telefónica en el Valencia: de lo que se trata con Villalonga
es de dotar al club de una estructura empresarial de la que todavía carece, de aprovechar la reciente revalorización de sus jugadores a raíz de la Eurocopa y, ante todo, de ejercitar sus oficios de broker internacional para conseguir la liquidez necesaria para el club levantino.
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