Los chinos ganan la medalla de oro en censura

(PD).- Policía y paramilitares chinos trataron de impedir en las últimas horas la cobertura por parte de prensa extranjera del supuesto atentado terrorista cometido ayer en Xinjiang, llegando a agredir a dos periodistas japoneses y a otro de la Agencia France Press (AFP), además de destruir material relacionado con el suceso.

Un grupo de policías irrumpió en la habitación de hotel de un fotógrafo de AFP y le obligó a borrar las imágenes que había captado del área del ataque. Además, y según la agencia, policías vestidos de paisano siguieron y vigilaron a los periodistas mientras éstos se movían por Kashgar, donde la policía dio órdenes de cortar toda conexión a internet.

En el otro incidente, los dos informadores japoneses, Shinji Katsuta y Masami Kawakita, fueron detenidos y golpeados por fuerzas paramilitares, según ha confirmado el medio para el que trabaja el primero de ellos, la ‘Nippon Television Network Corp’. El segundo es un fotógrafo del diario ‘Chunichi Shimbun’.

Ambos fueron detenidos por la fuerza cuando trabajaban cerca de la comisaría que fue atacada en la mañana de ayer por dos uigures. Los paramilitares trasladaron a los dos periodistas hasta la habitación de un hotel cercano, donde fueron golpeados con tal violencia que agarraron al fotógrafo de la cabeza y lo aporrearon contra el suelo. Al cabo de dos horas fueron liberados, según el informe recogido por el Club de Corresponsales Extranjeros de China (FCCC).

Primeras reacciones

La sede del ‘Chunichi Shimbun’ en Tokio ya ha protestado por este nuevo ataque contra la prensa extranjera y por la destrucción de parte del equipo y material fotográfico de su corresponsal, una protesta a la que se ha sumado ‘Nippon Television’.

Según fuentes cercanas al incidente, las autoridades locales conocen los hechos y han prometido pedir disculpas por un ataque que puede provocar protestas por parte del Gobierno japonés. En este sentido, Japón ya ha solicitado información sobre los hechos, pero las autoridades chinas todavía no han dado una respuesta.

Escasa información en torno al supuesto atentado

La ausencia de información independiente, unida a las denuncias de organizaciones de derechos humanos de que China exagera la amenaza terrorista para justificar su represión contra el pueblo uigur, ha suscitado dudas sobre la naturaleza del ataque.

Hasta el momento, sólo se conoce la versión oficial ofrecida por la agencia estatal Xinhua, mientras que apenas hay imágenes del atentado, sólo las emitidas por la televisión estatal china, que muestran a varios guardas mientras trasladan una camilla a una ambulancia, y algunas de agencias extranjeras que no proporcionan información sobre el hecho en sí.

Por su parte, el Movimiento Islámico para el Turkestán Oriental, que China cree está detrás del supuesto atentado, se ha desvinculado del ataque y ha acusado a Pekín de «reprimir, aislar y calumniar» al pueblo uigur.

Medidas ‘aperturistas’

Los incidentes se han producido a pesar de que el régimen chino había prometido libertad de prensa con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos y de que se ha instruido a la policía de Beijing para que no interfiera en la cobertura de la prensa extranjera, según se recoge en un documento interno al que tuvo acceso la agencia Reuters.

En éste se comunicaron nuevas reglas para los agentes para que no entorpezcan la expresión de discursos públicos antigubernamentales vinculados con el proscrito movimiento espiritual Falun Gong, o las reclamaciones de independencia de las regiones de Xinjiang y Tíbet, o el territorio de Taiwán. Así, se dice que las autoridades sólo podrán intervenir si existe una «acción drástica que atraiga multitudes o afecte el orden público» en la Plaza Tiananmen u otros sitios políticamente sensibles.

Sin embargo, la agencia estatal de noticias Xinhua ha informado, por su parte, de que los reporteros deben solicitar con 24 horas de anticipación el permiso para tomar fotografías en esta plaza.

Las directrices también urgen a la Policía a no dañar el equipamiento ni bloquear a fotógrafos o camaras de televisión que se encuentren cubriendo algún hecho y se le impide confiscar tarjetas de memoria de cámaras y trasladar a reporteros a la comisaria para interrogarlos «en casos ordinarios».

Los efectivos tampoco pueden interferir en las entrevistas de la prensa extranjera a residentes desalojados, granjeros privados de tierra, trabajadores despedidos, militares dados de baja y activistas.

Dichas reglas fueron introducidas después de una protesta de la prensa de Hong Kong a raíz de incidentes en los cuales la Policía alejó a empujones a periodistas que cubrían la caótica venta de último minuto de entradas para los Juegos Olímpicos a finales del mes pasado y en los que un efectivo recibió una patada en la ingle y debió ser trasladado al hospital.

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