¿Están los «basketball people» de ZP al borde de la ruina por las deudas de Público y La Sexta?

¿Están los "basketball people" de ZP al borde de la ruina por las deudas de Público y La Sexta?

(PD).- Es la historia de una ambición ilimitada. Una ambición alentada desde la Moncloa, donde Zapatero y los suyos -incluidos los amiguetes que jugaban al baloncesto con él- alimentaron la «genial» idea de montar un gran grupo mediático capaz de plantarle cara a PRISA y hacer al nuevo PSOE mediáticamente independiente de todos, incluso de la Cadena SER y El País.

La Liga de fútbol tiene los peores índices de audiencia de su historia –a la Formula 1 le va a ocurrir algo parecido- y aun así la Sexta ostentará a partir del año que viene los derechos deportivos de todos los clubes excepto tres, Atlético de Madrid, Betis y Getafe, que seguirán gestionados por Audiovisual Sport, empresa participada por Sogecable.

Sólo por los derechos de Real Madrid y Barcelona Roures desembolsará la nada desdeñable cantidad de 1.470 millones de euros en los próximos 7 años.

En conjunto, en derechos de todo tipo, Roures y los «basketball people» tienen comprometidos por encima de 3.000 millones de euros. Basta multiplicar por 170, sacar la cuenta en pesetas y se llega a la conclusión de que se trata de una misión imposible.

Este grupo, caracterizado por la cercanía a Zapatero, ha estado y está financiado muy generosamente por Caixa de Catalunya -entidad controlada por el ex ministro socialista Narcís Serra- y en cierta medida por Luis del Rivero, a través de Sacyr.

Ni la Caixa ni Sacyr pasan ahora por buenos momentos y eso explica que estén aflojando, lo que ha obligado a los mentores del proyecto a buscar una alternativa de más maquiavélica y de mayor calado. La jugada, en la que parece implicado el casi omnipresente Pepiño Blanco, pasa por Telefónica y tiene como «tapado» a Javier de Paz.

El antiguo líder de las Juventudes Socialistas ejerce de consejero de Telefónica desde hace tiempo. El plan, en el que aparecen nombres como Roures, García Ferreras y Barroso, pasa por desplazar a César Alierta de la presidencia y colocar en su puesto a Javier de Paz.

La presión es constante y el momento elegido para el asalto podría ser el próximo mes de marzo, cuando el presidente de Telefónica se siente en el banquillo, con motivo del juicio que se sigue contra él por el turbio caso de las acciones de su dicharachero sobrino.

La maniobra no es inocente, porque la deuda acumulada tanto por el Grupo PRISA como por la banda de Roures obliga a ambos grupos a mirar, casi como única salida a Telefónica. Y dado que Alierta se niega a comprar Digital +, laSexta y cualquier otra cosa -las audiencias han caído y los ingresos publicitarios también y los derechos valen mucho menos ahora que cuando se adquirieron- la opción es descabalgarlo y colocar el «trono» a un afín.

La batalla que se avecina, en la que se luchará a varias bandas y La Moncloa será un agente activo activo, promete ser apasionante.

CRISIS PUBLICITARIA
La crisis publicitaria que atraviesa el sector, las resoluciones judiciales por venir en su contencioso con Sogecable y la imposibilidad de rentabilizar todas estas inversiones por los cauces tradicionales ponen en tela de juicio la estrategia empresarial de Roures quien, por cierto, sacó al mercado también un capricho editorial llamado Público que en poco más de un año ha protagonizado ya dos ampliaciones de capital y acumula pérdidas millonarias.

Y un adefesio futbolero llamado Gol TV que de momento también ha resultado fallido.

Escribe Nacho Gay en El Confidencial que, en su intento de convertirse en la versión milenarista de Jesús Polanco, de momento Roures se ha cubierto de gloria.

Sus posibilidades de sacar a flote la patera en la que se ha montado pasan porque la TDT de pago salga adelante para poder poner en ella un mercadillo deportivo en el que vender toda la mercancía que se ha comprado. Pero este salvoconducto depende de la decisión del Gobierno ZP. Un Gobierno que, eso sí, le es afín. Paradojas de la vida, puede incluso que hasta Roures se acabe forrando y pase a los anales de la historia de la comunicación de este país.

De momento, sólo será recordado por atesorar el dudoso honor de haber convertido el espectro radioeléctrico en una especie de Monopoli.

Una pregunta en el aire: ¿Acabará alguno en la cárcel?

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