Sopena: «Provoca vergüenza la indiferencia cínica de Juan Pablo II y Benedicto XVI respecto a la COPE»

(PD).- Monseñor Rouco Varela, presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha convocado a sus fieles a una concentración en defensa de la familia cristiana en la madrileña Plaza de Colón. Eso le sirve como excusa al ex miembro del Opus Dei Enric Sopena para hacer lo que más le gusta -junto a meterse con el PP-: despotricar contra la Iglesia.

Rouco ha dejado claro que es un acto espiritual, religioso, y no político. Pero Enric Sopena no le cree. Para el ex director de Televisión Española en los tiempos grises de Felipe González al arzobispo de Madrid no hay quien le crea:

Le ocurre a tan alto clérigo, sin embargo, que carece del más mínimo crédito respecto a la no injerencia de la Iglesia en la política. Su mano –la derecha, naturalmente- es la que, durante mucho tiempo viene meciendo la cuna desde donde peroran, mañana, tarde y noche, Federico Jiménez Losantos y sus secuaces. El padrino de esta COPE – cuyo sectarismo ideológico no tiene parangón, el pensamiento único es hegemónico y los insultos que se vierten son cotidianos- se llama Rouco Varela.

Y se agarra ya Sopena en su columna de El Plural a la emisora de los obispos:

Claro que no es el único monseñor que respalda e impulsa el periodismo de caverna o una radio trabucaire. Sus colegas son también culpables de tamaño escándalo, como lo son incluso los obispos más críticos. Ninguno de éstos ha dicho basta y ha presentado su dimisión irrevocable como miembro del episcopado, explicando que no se puede ser cómplice de un artefacto mediático que, en nombre de Dios, está orientado a la destrucción masiva de la cultura democrática. El espectáculo que ofrecen a la ciudadanía los jerarcas católicos tanto los duros, como los hipócritas que juegan a dos cartas a la vez o los timoratos, se resume en tres palabras: ¡Es una vergüenza!

Para el periodista progresista, tendría que ser el propio Papa el que metiera mano al asunto:

Mayor vergüenza provoca la indiferencia cínica -en su mandato- de Juan Pablo II y ahora la de Benedicto XVI respecto a la COPE. ¿Por qué ni uno ni otro pontífice han obligado a Rouco Varela a cambiar de arriba abajo y de abajo arriba una cadena de emisoras propiedad de la Iglesia católica? La respuesta sólo puede ser una. Porque en el Vaticano les parece bien que funcione un medio oficialmente católico cuya misión más relevante sea la de fortificar a la derecha extrema, apostando por la política y, más concretamente, por una determinada política, esa que encarna la derechona de toda la vida.

Y concluye volviendo al acto de la Plaza de Colón a favor de la familia cristiana:

Puede suceder que mañana toque una cierta contención formal por parte de los predicadores. Pero, desde luego, todos sabemos que a Rouco Varela lo que de verdad le gusta es inmiscuirse en la política y poner a caldo a la izquierda, manejando todos los hilos a su alcance. O sea, la religión como coartada.

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