Binéfar, cuna de campeones

Binéfar, cuna de campeones

(Montse Coque, especial para PD).- En el pequeño municipio oscense de Binéfar, Antonio Clager enseña judo a 150 chavales. Nada extraordinario si no fuera porque entre estos jóvenes están sobresaliendo nombres como Laura Terrados, Roberto Gimeno, Roberto Marín, Daniel Pions y Raúl Clemente. Chavales que, pese a su juventud, han dejado de ser promesas de futuro para andar con pasos muy firmes dentro de las distintas categorías.

Clager es un apasionado del judo; sus cifras y resultados muestran claramente que no es un entrenador al uso. Cautivar a adolescentes en una actividad que requiere un esfuerzo y sacrificio continuos en lo tiempos que corren entraña algo más que dedicación; como él mismo explica, “el judo es muy importante en mi vida, a través de este vehículo he conocido a la gente que más quiero, dejando aparte a mi familia. También me ha formado como persona, y aunque hay muchos tópicos acerca del judo, creo que todo es verdad, y cualquiera que lo practique estará de acuerdo y estoy seguro te puede decir lo mismo que yo”.

Llegué con 26 años. Binéfar es un pueblo que tiene bastante cultura deportiva y gusta de fomentarla, así que desde el Ayuntamiento se nos ha apoyado. Otra cosa que he hecho desde el principio ha sido ir a ver las competiciones, los grandes torneos; hemos hecho montones de viajes para que los chavales vieran toda la identidad de este deporte que ellos también practican y lo sitúen mejor, tanto la que tiene en España como la que tiene fuera ya que hay países donde el judo tiene una magnitud muy diferente a la que goza aquí.

Desde 1986 voy cada año al torneo de París, menos el año pasado que coincidió con el campeonato infantil y cadete. Íbamos en autobús con todos los chicos a París, y por aquel entonces competían Miriam Blasco, Ernesto Pérez o Aitami Ruano. Ese año fue muy bonito, y los niños estaban encantados, haciéndose fotos y pidiendo autógrafos, y veían que eran personas como ellos y que ellos mismos podían llegar hasta allí. Desde entonces, hemos viajado mucho, para que vean y aprendan el judo de los mejores y en los escenarios donde se da todo eso, hemos visto Juegos Olímpicos.

Clager entrena a chavales desde que tenían 4 años, ahora muchos de ellos ya no son aquellos niños que le acompañaban en la grada de los torneos. Las cosas han cambiado, se han contagiado de la misma pasión y son deportistas que salen al tatami a luchar por resultados y mejorar día a día, pero esta vez con Antonio desde la silla de entrenador sin perderlos de vista. En las palabras de Antonio se desprende que esto de ser entrenador de Judo conlleva algo más.

Se establece una relación muy especial, porque además de transmitirles tus conocimientos, los estás educando. Yo aprendí de mi profesor Ángel Claveras, que fue como un padre para mí, y nos ha conocido en multitud de aspectos de nuestras vida; prácticamente nos crió y nos ha guiado desde su experiencia a lo largo de los años.

Cualquier profesor de judo sabe que el judo intenta fortalecer y animar el desarrollo personal. La ventaja nuestra con respecto a los profesores del colegio, es que empezamos con chavales desde los 4 años hasta que se hacen mayores, los tenemos con nosotros todo el año prácticamente y al contrario que en el colegio, al siguiente curso también vienen los mismos y otros nuevos quizás. En judo se establece una relación muy estrecha, los ves crecer y estás con ellos mucho tiempo, comparten sus inquietudes o sus preocupaciones contigo, los ves hacerse mayores y en ese período de tiempo tan largo desarrollas una relación muy especial.

Sobre la bonanza de resultados extraordinarios y la continuidad que muestran sus judokas, Clager tiene su as bajo la manga y confesaba su receta a la hora de motivar a los chavales.

Hay veces que los resultados no acompañan, después de perder siempre solemos decir “365 días” que son los días que quedan hasta el próximo campeonato, tenemos todos esos días para prepararlo mejor y corregir errores para poder ganar. La clave está en el trabajo, y no sólo físico, también hablamos sobre los contrincantes que puedan tener, intentar visualizar los combates, desarrollar estrategias, etc. y cuando se acerca una competición, subimos la calidad y la intensidad del entrenamiento, dando bastante importancia al calentamiento.

Para animarnos o motivarnos solemos ver películas épicas, como 300, Gladiador o Troya. Nos encantan las arengas que hacen antes de las batallas, y nos sabemos los diálogos de cabo a rabo. Nuestro último lema es “¡Desperta Ferro!”, es un grito de los almogávares que fueron unas tropas de choque de la Corona de Aragón formadas por infantería ligera, muy activos en el Mediterráneo entre los siglos XIII y XIV, grandes guerreros con mucho valor y fiereza, entraban en combate al grito de «Desperta Ferro! Tenían coraje, y a nosotros nos sirve para ponernos en situación. Yo creo que hay algo de héroe en todos los judokas, porque un judoka tiene una aureola de héroe. Todo el que salga a un tatami para competir le echa valor.

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