(PD).- No es un doberman. Es un labrador. Y con cara de muchos amigos. Quizás algunos más que su amo, José María Aznar, el mejor presidente de la democracia, que aparece en la portada del XL Semanal a dos minutos de lanzarse sobre la yugular de quien ustedes saben.
Afirma José Sotelo en ABC que es el documento periodístico del mes y seguramente del año.
Las tertulias radiofónicas de este fin de semana, tan tontitas e innecesarias, no han tenido otro tema de debate. Aznar, su perro y este título fastuoso:
«Yo sé cómo salir de la crisis».
Tal como suena, sin pendejadas ni complejos. Él es así. Porque puede. Porque lo ha demostrado. Porque ya lo hizo.
Desde la emisión estomagante de Isabel Gemio y su exótico monaguillo Dragó en Onda Cero a la severa y militante de Montse Domínguez en la Ser. Sin olvidar, claro, a la seductora e inteligente Pepa Fernández de RNE, cuyo único pero es ese delirante italianini de mente obtusa que le resume la prensa, o el crepuescular Forges (¡quien le ha visto!), tan dolientemente sectario.
Un fin de semana radiofónico, en fin, con Aznar y su perro como protagonistas. Y una portada que, sin lugar a dudas, seguirá dando que hablar mañana mismo en lo de Félix Madero y Carlos Herrera, los dos nombres fuertes de la radio española. Uno por auténtico y el otro por astuto. Félix, en las acogedoras noches de Punto Radio.
Carlos, en las sabias mañanas de la Cero. Así lo hablan las audiencias. Así lo quieren los audímetros. Esa portada insigne del Semanal es ya un documento insustituible para la pequeña historia del periodismo. Las buenas fotos, está escrito, siempre tienen mala leche.
Como los grandes comunicadores, que saben que el adjetivo, cuando no da vida, mata, y que la más débil de las pasiones humanas es el amor a la verdad.
Aznar y su perro en una entrevista para el disfrute y para el debate. Aznar, austero, castellano viejo, conciso y breve, antipático y auténtico, siempre practicó aquel dicho de Borges: «La elocuencia es una excusa para no pensar». Nada hay más inquietante y peligroso que aquellos cuyas palabras más lejos que sus actos.
