Ocurrencias sobre TVE

Ocurrencias sobre TVE

De poco sirvió el «comité de sabios» que, al llegar a La Moncloa, reclutó Rodríguez Zapatero para estudiar las transformaciones convenientes en TVE. El presidente socialista, experto en las artes del disimulo, es un genio a la hora de organizar maniobras de distracción que consigan desviar la atención de sus críticos.

Aquello fue un globo sonda que no ascendió hacia lo alto; pero le permitió al Gobierno, que es de lo que se trataba, aplazar la solución a un problema que pone en evidencia la escasez democrática a la que, tristemente, parece que nos hemos acostumbrado.

¿Cuál es la justificación teórica para la existencia de televisiones públicas?

Afirma Manuel Martín Ferrand en ABC que, en Europa, con la que compartimos la enfermedad, se esgrime como razón el perverso planteamiento audiovisual del III Reich y las mañas de Joseph Goebbels para convertir en arma de guerra la entonces naciente televisión alemana.

Eso ya no se tiene en pie. Aún así, los mismos demócratas a quienes repugna la idea de una prensa del Estado asumen la existencia de televisiones publicas nacionales, autonómicas y locales.

María Teresa Fernández de la Vega, aparentemente encargada del lanzamiento de los globos sonda con los que Zapatero juega a aprendiz de brujo, ha puesto en circulación el de una nueva TVE sin publicidad. Parece una justificación de la merma en la contratación que padece la Corporación.

Es una nueva ocurrencia frente a la que no se sabe qué valorar más, si la capacidad de irresponsable improvisación del Gabinete o el desparpajo que, en alarde de ignorancia, lucen los notables que la testan ante la opinión pública y frente a quienes resultarían ser sus perjudicados.

Además del Presupuesto, esa Ley que el Gobierno aprueba cada año para no cumplirla, la financiación de TVE sin publicidad, sólo con propaganda, se sustentaría en un canon a satisfacer por las televisiones privadas -cosa no prevista en las concesiones vigentes para la explotación privada del servicio público-, con un «impuesto revolucionario» a las compañías de telecomunicación -que pagaríamos sus usuarios- y con una parte de la tasa sobre el uso del espectro radioeléctrico que está por venir.

Una vez más, lejos de buscar una solución global para TVE, el Gobierno, en desprecio de lo fundamental -la esencia y el control político- se centra en una hipótesis de financiación absolutamente peregrina. Zapaterista.

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