¿Vale lo que cuesta Ronaldo?

¿Vale lo que cuesta Ronaldo?

(PD).- Escribe Carlos Herrera en ABC que le resulta inevitable acordarse de la portada de un ejemplar del diario «Dicen» de, más o menos, el año 70 que quedó grabado en su memoria adolescente de aficionado irremediablemente convulso por todo lo que tenía que ver con el deporte del balón -soy del 57, hagan cuentas-.

En él aparecía dando toques a una pelota el «bombardero de la nación» (alemana) Gerd Müller, delantero centro del Bayern Münich que todo buen aficionado al fútbol recordará. Fue campeón de la Eurocopa del 72 y del Mundial del 74 en el que, malhadadamente, ganó a la insuperable Holanda de Cruyff, Kaiser, Rep y compañía; era rápido, astuto, contundente y resolutivo. No era artista, pero metía goles.

El titular a toda tinta y a media página rezaba: «Ofrecen por él ¡¡¡40 millones!!!». De pesetas, claro. La cifra era un escándalo y asustaba siquiera verla en portada. Posiblemente fuera el jugador más en forma de Alemania y uno de los más importantes de mundo, muy en la línea de los grandes jugadores alemanes -sin las florituras de los brasileños ni la elegancia de los holandeses-, rocosos, combativos y peligrosísimos.

Dijo Lineker, es sabido, que el fútbol es una cosa en la que juegan once contra once y siempre gana Alemania. Por algo será. Tal vez por jugadores como Müller, que no daban un balón por perdido aún fueran ganando por cuatro.

No recuerdo quién pujaba con esa cantidad, pero no se salió con la suya: se quedó en el Bayern. Cuarenta millones de pesetas. Y era un escándalo. ¿Puede un jugador de fútbol valer 40 millones de pesetas?, se preguntaban los medios de entonces. La valoración de los precios siempre debe ser comparativa: recuerde qué valía entonces un piso en su ciudad, o cuánto le costaba el periódico o un billete de metro o autobús.

Trasládelo a los días que corren. Qué vale un futbolista ahora y qué le piden por un piso semejante en el mismo sitio.

El hecho de que se vaya a cerrar el fichaje de Cristiano Ronaldo por 93 millones de euros -más de quince mil millones de pesetas- devuelve a los titulares la misma pregunta: ¿vale un jugador de fútbol casi dieciséis mil millones de pesetas, infinitamente más de lo que vale comprar el propio club al que pertenece?

Reza la máxima que en economía de mercado las cosas valen lo que pagan por ellas -aunque recientemente la crisis nos ha demostrado que los precios excesivamente hinchados acaban explotando y precipitándolo todo en cascada-, y que es más barato un jugador de ese precio que te proporciona beneficios superiores que uno que valga veinte mil duros pero que no te aporte absolutamente nada. La pasión por el fútbol hace que todas las enseñanzas del reciente catacrack de la economía sean aplicables a otros ámbitos menos al del espectáculo del balón.

Aun así, es pertinente la pregunta: ¿puede darse la burbuja futbolística como se ha dado la inmobiliaria y llevarse por delante con su estallido todo un planeta de fervores como el del balompié? ¿Hay tarta para todos después de sentar a la mesa a televisiones, radios, jugadores, intermediarios, directivos y clubes?

Personalmente no tengo respuesta a ello, pero el conocimiento de ciertas cifras invita siempre a la reflexión: ¿cuántos campeonatos tiene que ganar el portugués para compensar el gasto del fichaje más el de su sueldo, que no será menudo?, ¿cuántas camisetas hay que vender para amortiguar lo que cobrará tan sólo en primas?, ¿qué pasa si mañana un cabestro le parte la pierna por tres sitios en una entrada -no lo quiera nadie- y lo aparta de la primera línea de rendimiento?

Seguramente me he hecho mayor y no recuerdo que estas son las mismas preguntas que se hacían en aquellos años los que leyeron la portada de «Dicen». Vaya putada. Pero las preguntas siguen siendo igual de pertinentes.

HUMOR

Ya sabemos a qué acontecimiento planetario se refería Leire Pajín. Nada de Zapateros y de Obamas… Cristiano Ronaldo.

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