Carmona llama «ignorante» y «charlatán» a Quevedo tras darse estopa mutuamente en El gato al agua

Carmona llama "ignorante" y "charlatán" a Quevedo tras darse estopa mutuamente en El gato al agua

(PD).- La enganchada fue en «El gato al agua», de Intereconomía TV. Antonio Miguel Carmona, secretario general del PSM, y Federico Quevedo, periodista de cabecera de Génova, tuvieron unas palabras. Pero no ha terminado todo en la batalla televisiva. Ambos han defendido su postura en sendos textos en El Confidencial de Jesús Cacho. Y, de paso, se llaman de todo, menos bonito.

«El escaparate roto, o por qué Antonio Miguel Carmona no tiene razón», escribió este martes Federico Quevedo en El Confidencial. Era su punto de vista de la discusión mantenida en «El gato al agua» con el socialista.

Verán, hace cosa de una semana en El Gato al Agua el profesor Antonio Miguel Carmona, destacado miembro de la ejecutiva socialista de Madrid, vino a decir que los 8 mil millones de euros invertidos por el Gobierno en el Plan E inducirían una inversión estimada de 50.000 millones de euros. Los demás contertulios -Carmen Tomás, Isabel Durán, Alejo Vidal Quadras y yo- le miramos atónitos y negamos la mayor.

Después sigue Quevedo con divagaciones y argumentaciones sobre «el multiplicador keynesiano».

Concluye:

¡Ah! Y al decano de la facultad de Económicas de Carmona, con todos mis respetos, le aconsejaría un reciclaje de su profesorado.

Un día después, el profesor mentado responde al periodista desde la misma tribuna.

Leo con cierto asombro un artículo en El Confidencial lleno de confusas y erradas referencias económicas que sólo pueden partir de la desinformación, y cuyas citas mal traídas pueden dar lugar a que numerosos ciudadanos incurran en la confusión. Se trata de la respuesta que nos da el señor Quevedo a una discusión que tuvimos en un programa de televisión sobre la existencia o no del multiplicador keynesiano en la ciencia económica.

Y entra ya a saco:

recomendaría al señor Quevedo, desde la amistad y el aprecio que sabe que le tengo, la mínima educación que debe sostenerse en responder al otro contertulio cuando éste esté delante, nunca por la espalda, manipulando citas, cuestionando la profesionalidad de profesores y premios Nobel, y llevando a cabo todo un ejercicio de no querer aprender sino simplemente llevar razón como sea.

Después de una larga argumentación económica defendiendo su postura, vuelve a por Quevedo:

En definitiva, no hay peor sordo que el que no quiere oír, o de cómo la mentira o las trampas en las citas tienen las patas cortas. Le rogaría al señor Quevedo más prudencia y sobre todo el ánimo de caballerosidad, que sé que tiene, para responderme cuando esté yo delante, si la discusión o la afrenta fue estando juntos, no insultar en los programas y rectificar que por cierto es de sabios, como bien ha hecho ya varias veces en situaciones similares.

Los ataques por la espalda a mi persona pueden ser indoloros, pero bien seguro que el señor Quevedo recapacitará, sin embargo, sobre sus errores, desmontados en este artículo, ya no en el fondo, que son elementales, confundiendo la existencia del multiplicador con la pertinencia o no de la política de gasto, sino sobre todo en la forma.

Decía Galileo Galilei que “nunca había encontrado una persona tan ignorante de la que no se pueda aprender algo”. Claro que el genio de Pisa no había leído a algunos articulistas.

Continuará…

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