El Bayern de Múnich sufrió con el Schalke (1-1) y su entrenador, Pep Guardiola, pasó por todos los estados de ánimo junto al equipo alemán. Primero cruzó el campo para echarle una bronca al línea y después del gol para su equipo, le pegó un abrazo al cuarto árbitro del entusiasmo en su celebración.