Navarro destapó el tarro de las esencias con un triple y una bomba marca de la casa que dejó tocado a su rival
El Regal Barça ya puede gritar bien fuerte que es el mejor equipo del continente. Mejor que cualquier otro club que juega en Europa, tal y como lo ha demostrado ante Madrid, CSKA y Olympiacos, y capaz de vencer a todo el que se le ponga por delante. Un equipo de ensueño que ahora tiene un nuevo título bajo el brazo: una Euroliga que culmina un proyecto descomunal.
La final de París tuvo menos historia de la esperada porque el Regal Barça es mejor equipo que el Olympiacos. Antes del partido, había dudas. Los griegos tienen la plantilla más cara, al jugador mejor pagado y una rotación de lujo. Pero el Barça es mejor. Pura y llanamente.
UNA CUENTA PENDIENTE
El Barça saldó una cuenta pendiente con París. El equipo azulgrana, al que en 1996 le privaron de su primera Copa de Europa después de anular una canasta legal a Montero, sumó su segundo cetro continental tras superar en la final al Olympiacos (86-68) en la final disputada en la capital francesa.
Los hombres de Xavi Pascual, liderados magníficamente por Ricky y Navarro, pasaron por encima del cuadro de Giannakis, aferrado al empuje estéril de Papaloukas.
El Barça impuso un ritmo muy fuerte desde el principio y Ricky respondió de forma fulminante a la primera canasta encestada por Kleiza, objetivo azulgrana el pasado verano.
El despliegue físico de los griegos hizo que N’Dong acumulase muy rápido dos faltas, por lo que Pascual le relegó al banquillo.
Acto seguido, Navarro destapó el tarro de las esencias con un triple y una bomba marca de la casa que dejó tocado a su rival.
Teodosic, muy activo, alzó la voz y calentó su muñeca, pero su triple fue correspondido con una nueva canasta de Ricky y otra de Basile que propiciaron una renta de once puntos para el Barcelona.
El primer periodo concluyó con 28-19, lo que provocó la reacción insurgente de Papaloukas. El jugador griego, respaldado por Vujcic bajo los aros, jugó al límite cada acción y protestó las decisiones arbitrales para meter a su equipo en el partido.
El base logró reducir la desventaja a ocho puntos, pero la frescura de Lorbeck y el recurrente acierto de Navarro (primer MVP español de la historia) hicieron que el Barça alcanzase una renta máxima de 11 puntos para marcharse al descanso con 47-36.
En la reanudación, Olympiacos se aferró a su espíritu combativo para limar distancias, pero la defensa azulgrana fue muy efectiva y los movimientos de banquillo de Xavi Pascual insuflaron aire a su equipo para aguantar el tirón.
Sada estuvo fino en la dirección, Mickeal y N’Dong impusieron su dominio en los postes Vujcic y el gigante Sofo y el Barça prolongó su ventaja hasta los 13 puntos.
En el último acto, Ricky asumió la dirección definitiva y contemporizó la posesión del balón. Sofo despertó en la bombilla, pero Morris le sometió a un estrecho marcaje y le ‘obsequió’ con un tapón descomunal acompañado de un triple posterior que fundía al Olympiacos.
Lorbeck mantuvo su efectividad, Navarro se fue hasta los 21 puntos, Kleiza cometió una técnica y los hinchas no dejaron de cantar festejando de forma anticipada la victoria. Giannakis, una eminencia del baloncesto heleno, enfilaba el vestuario cabizbajo. París le debía una al Barça. Deuda saldada.