Audiencia cántabra expulsa del país a un hombre que robó y ató con cables a su casero cuando decidió echarle del piso

La Audiencia Provincial de Cantabria acordará la expulsión de España y la prohibición de regresar al país durante siete años para un hombre que robó y ató a su casero con cables eléctricos cuando éste decidió echarle del piso, en el que le había alquilado una habitación.

El procesado, A.U., ha admitido los hechos y ha llegado a un acuerdo, evitando así el juicio que se debería haber celebrado esta semana en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria.

Ahora, la sala deberá dictar sentencia en esos términos, que incluyen, además de la expulsión y la prohibición de regresar a España en siete años, una indemnización de 3.000 euros que ya ha abonado.

El fiscal pedía inicialmente una condena de siete años de cárcel para el acusado por un delito de robo con violencia y otro de detención ilegal, multas por importe total de 360 euros por una falta de lesiones y otra de estafa, y una indemnización de 1.220 euros para el dueño del piso.

Este, por su parte, ejercía la acusación particular y reclamaba siete años de prisión, multas por valor de 600 euros, y una indemnización ce 9.642 euros.

Los hechos, según relataba el fiscal en sus calificaciones iniciales, sucedieron la madrugada del 18 de junio de 2010 en la vivienda en la que el acusado había alquilado una habitación.

Al llegar, el dueño del piso le indicó que debía abandonar la vivienda y se inició entonces una discusión. Tras el incidente, el casero se retiró a su habitación, pero el acusado le impidió cerrar la puerta, entró dentro, le arrebató la cartera con las tarjetas de crédito y le obligó a darle los números secretos para sacar dinero.

También le cogió el teléfono móvil y el inalámbrico, las llaves del piso y del coche y otros objetos valorados en 491 euros y, antes de marcharse, dejó al dueño del piso amarrado a una silla con unos cables eléctricos y con las manos atadas al cuello, para que no pudiera avisar a la Policía.

Poco después regresó al piso porque los códigos de las tarjetas que le dio el casero eran falsos y logró que le diera los auténticos, tras lo cual, sacó 120 euros en un cajero automático. Al final, el dueño del piso alertó con gritos a los vecinos y pudo ser liberado.

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