Venía la selección un poco tocada en su orgullo después del partido ante Polonia. Ese día, las cosas no habían salido todo lo bien que se esperaba ante un conjunto que, sin tanto nombre, sí que ha conformado un equipo competitivo para Eslovenia.
Por eso, y porque era la primera toma de contacto, la versión de la selección que pudo verse no fue la mejor.
Contra Alemania en La Coruña, este 17 de agosto de 2013, el panorama ha sido bien diferente. Ya sin los jugadores «invitados» en el banquillo, los de Orenga demostraron cuál va a ser el camino hacia el éxito en el Europeo.
La receta, que no es nueva, será exitosa si sale bien y no es otra que defensa y velocidad. Las dos reglas que han llevado a esta selección a los títulos en el pasado y con las que Orenga pretende seguir haciéndolo.
Alemania fue un juguete en manos de la selección. Daba igual quién estuviera sobre la cancha. La defensa, asfixiante, no dejaba maniobrar a los alemanes, que se quedaron en 20 puntos al descanso.
En la otra canasta, es cuestión de esperar. Tiene tanta calidad este equipo que los puntos terminan llegando. Si no es Llull, está Calderón o Rudy Fernández. Tras un primer tiempo algo soso en esta faceta (38-20), la segunda mitad fue un vendaval.
Por dentro de la zona, Marc Gasol demostró que va a ser muy complicado para cualquier equipo frenarle (16 puntos) y que los espacios que dejen para tapar su avance a canasta van a ser aprovechados por Aguilar o Germán Gabriel, certeros desde la distancia.
Al final, la diferencia fue de 31 puntos, pero pudieron ser muchos más. Schaffartzik se empeñó en que el agujero no fuera mayor y gracias a él, el equipo teutón pudo respirar. La mejor noticia para España es que las piezas empiezan a encajar y que sólo era la segunda prueba previa al Europeo.
