El terremoto sufrido el jueves en la Copa por Barcelona y Valencia Basket había puesto sobre aviso al Real Madrid.
El campeón se veía las caras con otro modesto como el Montakit Fuenlabrada, que además le había ganado en la Liga Endesa hace solo unas semanas, así que no valía salir despistado.
No con todas las señales de advertencia apuntándole. No con el camino expedito tras la eliminación de sus grandes rivales por el título.
Con esa premisa, los blancos mostraron su cara más intensa desde el inicio, con un Gustavo Ayón en estado de gracia, que se bastó para liderar las primeras ventajas del Real Madrid. El mexicano atraviesa un momento dulce.
El mejor desde que llegó a España la temporada pasada. Su lesión en el hombro es historia y su presencia en la cancha se hace más y más grande en cada partido. Un gigante que impone su ley en ataque y que en cuartos, en solo diez minutos, había anotado ya 10 puntos para desesperación de Cuspinera.
Al descanso, todo estaba solventado. El Fuenlabrada había sido incapaz de secar el caudal ofensivo de un Madrid que viajaba hacia semifinales (54-34). Los triples de Carroll ampliaron más la brecha, que llegó a ser de 25 (65-40). A los fuenlabreños ya sólo les quedaba salvaguardar su orgullo. Trataron atender a las formas. La derrota no debería manchar su excelente trayectoria. Dieron su último aliento aprovechando que los blancos se habían ido del partido antes de tiempo. .
Urtasun y Paunic, mientras, continuaron jugando y colocaron a su equipo 84-72 con posesión de balón. Popovic, para rematar su mala tarde, cometió pasos. Laso, nada contento con los suyos, volvió a meter en pista a Carroll y Ayón. El escolta, con un triple sobre la bocina de posesión, y Llull, con otro de ocho metros, acabaron con las pocas esperanzas que le quedaban al Fuenla (92-74). Por primera vez en la Copa, no había sorpresa. El Madrid no tropezó donde sí lo hicieron otros aspirantes.
