A un sólo punto del liderato, a dos días de la fecha clave en la Liga, hay un debate de fondo en el madridismo llamado Jose Mourinho.
El Inter jugará el próximo 22 de mayo en el Bernabéu y el nombre del técnico portugués se escucha cada vez más fuerte en las oficinas del club. Nadie duda del carácter del estratega de Setúbal, ni de su impecable hoja de servicios.
El principal recelo es su propuesta futbolística, casi en las antípodas de la iniciada hace ocho meses con Manuel Pellegrini. El Bernabéu podría indignarse con propuestas ultradefensivas como la del martes en el Camp Nou.
Como escribe Manolo Lama en AS, el Inter nunca fue en su historia un equipo espectacular. Ni con Herrera, ni con Cúper, ni hoy con Mourinho.
Y este debe ser un motivo de reflexión para Florentino, porque el Madrid es un club grande que está acostumbrado a ganar y no necesita solamente resultados sino también el espectáculo.
Por el resultadismo italiano y en particular interista, después de tantos años de espera por los triunfos del Milán, Mourinho hoy es un dios. Moratti y la afición lo adoran y tiemblan cuando leen que el Madrid lo quiere.
En teoría, el luso no podría dejar el club antes del 2013, según su contrato, gracias al cual gana la locura de 12 millones limpios por temporada. Pero sólo en teoría, porque Mou y el propio club tienen una cláusula de rescisión, por la cual ambos pueden liberarse uno del otro pagando 8 millones.
Entonces, si Florentino lo quiere, como mínimo tendría que gastarse 20 millones.
Y por lo visto, el problema sería simplemente éste, porque si el Inter tiene el sueño de volver a ganar la Copa de Europa en color, Mourinho tiene otro sueño más: entrenar al Madrid.
Siendo un gran calculador como es él, no ha declarado por casualidad que ahora en Barcelona es más odiado que Figo, pensando en ganarse la confianza de todos los madridistas y de su presidente, Florentino Pérez.
Para completar su delito perfecto, ahora le falta ganar el Scudetto, el segundo en dos temporadas en Italia, y sobre todo su segunda Champions con dos equipos diferentes.
Así podría dejar el Inter, como un triunfador absoluto, y al ambiente italiano que, según él, no lo ha apreciado, para abrazar Florentino y al Madrid. Como una esposa enamorada. Y como todas las esposas, vestida de blanco.