M. Planas: "El programa no desprende credibilidad ni prestigio"
Mónica Planas del diario catalán Mundo Deportivo ha cargado de forma inmisericorde en un artículo de opinión — «Academias de perdedores» contra el nuevo programa de Intereconomía, Football Cracks, que presenta Josep Pedrerol y en el que la parte técnica está a cargo del Lobo Carrasco. El reality show muestra como un grupo de jóvenes futbolistas aspiran a conseguir una plaza para realizar la pretemporada 2011/2012 con el filial del Real Madrid, bajo la atenta mirada de entrenadores como el ya citado Carrasco, Zidane o Francescoli.
La periodista comienza acordándose de la primera edición del programa de fútbol que fue emitido por la cadena del Grupo Prisa, Cuatro, y que según Planas «pasó sin pena ni gloria».
«El domingo Intereconomía estrenó ‘Football Cracks’, algo parecido a lo que ya emitió Cuatro la temporada pasada y que pasó sin pena ni gloria. Ni nos acordamos de los participantes ni sabemos qué fue del ganador»
No atisba posibilidad alguna de que el programa pueda ofrecer realmente alguna estrella del fútbol y no duda en criticar a Josep Pedrerol, presentador del programa, y a Lobo Carrasco, entrenador responsable de los participantes.
«El plató es frío, pobre, desolador. Pedrerol, como presentador de un show es más bien como un robot programado. El guión es tópico y lo recita de carrerilla. Carrasco, se toma muy en serio su labor en un programa que no desprende credibilidad ni prestigio»
Concluye dejando por los suelos a la organización del reality, esgrimiendo que con el actual formato que están utilizando no se puede vislumbrar de una forma clara si alguno de los futbolistas participantes valen la pena.
«El planteamiento del programa es algo paradójico: busca cracks del fútbol sin que se pueda perder el tiempo viendo cómo se desarrolla un partido. En otros realities se les puede ver cantar una canción o bailar. Pero aquí para ser justos habría que verlos jugar para observar cualidades y evoluciones»
«Por otro lado, no verlos jugar y sólo escucharlos hablar, vender su moto y observar como asisten a un entrenamiento tampoco da para muchas emociones»