El mensaje de Rafa no tendrá repercusión en España, un país de extrañas costumbres
Rubén Uría se ha mostrado muy crítico con los medios de comunicación españoles y los aficionados, por la poca trascedencia que se le ha dado en nuestro país a la sincera entrevista que ha concedido al diario francés L´Equipe «una autoridad moral deportiva» como Rafa Nadal, donde no ha tenido reparos en hablar de algunos temas polémicos como el dopaje y el circo de la ‘Operación Puerto’.
Uría define desde su blog de Eurosport el estado de las cosas en estos términos–La denuncia incómoda de Rafa Nadal–:
Una entrevista que apenas ha tenido trascendencia en nuestro país, siempre ocupado de la última ventosidad de Cristiano o del penúltimo sueño húmedo de Messi, pero en la que Nadal alza la voz para hablas de cuestiones más que relevantes. En las páginas de L’Equipe, Nadal no ha esquivado ninguna pregunta sobre el asunto.
Sí, ese asunto. Ese que la mayoría de deportistas despachan con cara de empate a cero y con el silencio como política de comunicación. Nadal no. Ha decidido hablar de la ‘Operación Puerto’ y de ese montón de porquería que se acumula, en cantidades industriales, bajo la alfombra.
Y es que Nadal, en L´Equipe ha dicho textualmente que no entendía como, en referencia a la ‘Operación Puerto’, «el doctor Fuentes no da los nombres» o «por qué el juez no le ha pedido que los dé». El tenista balear pide desde la prestigiosa publicación gala que «se vaya al fondo de las cosas» porque quiere «estar seguro de que el que juega enfrente mío está tan limpio como yo». Uría es pesimista:
El mensaje de Rafa no tendrá repercusión en España, un país de extrañas costumbres. El periodismo se pone trepante con lo superfluo y esquiva lo mollar. El aficionado se indigna por unos muñecos de plástico pero no se irrita cuando se demuestra que sus campeones están podridos. Y las autoridades viven en estado de inacción, entre bostezo y bostezo, entre entrecot y entrecot. Aquí se abraza el complot, la teoría del contubernio y si la cosa se pone fea, se recurre a la histórica envidia francesa.
Barra libre de excusas. Nadal hace preguntas incómodas. Las autoridades callan. No explican por qué no se piden esos nombres. Si todo es porquería y existen preguntas incómodas, silencio y último lugar en la fila de los culpables. Si hay éxitos y medallas que colgarse, entrevistas y primer lugar en la fila de los responsables. Hay que cambiar todo para que nada cambie. Cuando Rafa vuelva a ganar Roland Garros, veremos a muchos tirarse de cabeza a los flashes. Serán los mismos que hoy callan ante la denuncia de Rafa.