Tras asestar un smash demoledor, el serbio acabó enganchado a la red, cometiendo una infracción que le regalaba la ventaja a Nadal
El tenista español Rafael Nadal buscará el octavo título de su carrera en Roland Garros, segundo ‘Grand Slam’ de la temporada, tras superar en un partido épico en las semifinales al número uno mundial, Novak Djokovic (6-4, 3-6, 6-1, 6-7, 9-7), que tendrá que seguir esperando para ganar el único ‘grande’ que le falta.
Cuatro horas y 40 minutos se prolongó un hermoso encuentro entre Djokovic y Nadal, que volvió a dominar en la pista Philippe Chatrier, ésa en la que siempre ha derrotado al balcánico, como este viernes 7 de junio de 2013, en la final del año pasado, las semifinales de 2008 y 2007 y los cuartos de final de 2006.
LA LEYENDA DEL INDOMABLE
Cansado, extenuado física y mentalmente tras más de cuatro horas de partido, Nadal había perdido su saque y luchaba a la desesperada en el quinto set, con una serie de golpes defensivos, invitando a su rival a apurar demasiado y fallar. Era lo poco que le quedaba.
El serbio, ni se inmutaba. Estaba jugando de lujo y sabía que el choque estaba en su mano.
Las piernas del tenista balear ya no respondían como antes, sus golpes no eran tan certeros y se sucedían los errores no forzados del español, que se resistía a tirar la toalla. Sin aire, sin fuelle, con los músculos agarrotados, su mente era la única que le impedía rendirse.
Djokovic estaba fuerte, se sentía imbatible y marchaba directo hacia su primera final del Abierto de Francia. Nadal ya no quería pelotear, buscaba acabar los puntos de forma rápida y directa. Y el set estaba 4-2 en contra del español. El triunfo parecía muy lejano.
Salvar su servicio no parecía nada definitivo. Nole estaba muy bien asentado sobre la pista. Hasta que llegó el octavo juego, el momento en que Rafa Nadal regresó por fin al partido.
Primero, un paralelo a la línea, con 30-30 y 4-3 en el electrónico. Después, un error infantil de Djokovic. Tras asestar un smash demoledor, el serbio acabó enganchado a la red, cometiendo una infracción que le regalaba la ventaja a Nadal.
Ese fue el principio del fin del tenista de Belgrado, que acabó reventado, resoplando, secándose el sudor con la toalla para tomar aire tras cada juego.
Fueron encadenando un juego tras otro. 5-5, 6-6, 7-7, 8-7… con Djokovic siempre para mantenerse vivo. De tener el triunfo casi sellado, a trabajar, trabajar y trabajar para no perder. Toda la presión para él y con un Nadal que se había olvidado del cansancio.
Y al final… ganó el mejor.