Desde que Messi subió al primero equipo ha ido encadenando una tras otra ampliaciones de contrato para tenerle contento
A Leo Messi no le gusta perder. A nada. Ni cuando juega al fútbol o lo hace con la videoconsola. Ni en la cancha, ni en la vida. Así son las estrellas supercompetitivas.
Cristiano Ronaldo lo ha demostrado a lo largo del casi eterno proceso de renovación con el Real Madrid. Al portugués no le gustaba aquello de ser uno de los mejores jugadores del mundo y no cobrar como el resto de los cracks del planeta fútbol.
No quería perder en la carrera por tener los mejores salarios.
Cuenta ‘El Economista’ que algo parecido le está sucediendo a Messi con una diferencia. Mientras que ésta es la primera ampliación de contrato del luso, en el caso del argentino se está reclamando la séptima en los últimos ocho años y la segunda en menos de un año.
Y es que desde que Messi subió al primero equipo ha ido encadenando una tras otra ampliaciones de contrato para tenerle contento. Para que no se marchara del Barça ante cualquier tentación de un jeque o magnate del fútbol europeo, el Barça fue ampliando su contrato poco a poco hasta que lo convirtió en el jugador mejor pagado de la plantilla.
La primera de esas ampliaciones llegó en 2005. Tres meses después se le mejoró la ficha. Luego llegó la ampliación de 2007 y ese mismo año, tras el adiós de Ronaldinho, la cuarta mejora.
En septiembre de 2009 llegó la quinta, cuando Joan Laporta decidió disparar su salario hasta los 10 millones de euros con una cláusula especial que convertía en fijo los variables que consiguiera.
Es decir, que si Messi ganaba, por ejemplo, un millón de euros durante una temporada gracias a los objetivos cumplidos, el Barça le garantizaba que para la siguiente ese millón de euros pasase a formar parte del fijo para el curso siguiente.
Una medida sin muchos casos similares en el mundo que privilegiaban a Leo frente al resto de la plantilla culé.
Entonces llegaron movimientos notables en el mercado internacional.
El fichaje de Eto’o por el Anzhi ruso (20 millones por campaña), el de Ibra por el PSG (11 millones) o el de Agüero por el City (casi 10 millones), hicieron que Messi llamara a la puerta de Rosell.
Él también quería cobrar más y así se lo concedió el presidente el curso pasado, cuando amplió el contrato del argentino hasta 2018 para colocar su salario en 15 millones limpios por campaña.
Sin embargo, todo ha cambiado desde entonces, hace apenas once meses.
Varias han sido las voces que desde dentro de la plantilla han pedido que se mejore su condición haciendo honor a su importancia y comparándola con la de Messi. Es el caso de Iniesta, por ejemplo.
El jugador manchego sabe que éste puede que sea el último gran contrato que firme con el Barça y por eso ha pedido que su salario se acerque mucho a de Messi y al de Neymar.
El brasileño también ha provocado ciertos episodios de envidia en Messi. A la ‘Pulga’ no le gustó que se le pagasen 40 millones de euros de comisión, como tampoco le gustó que su salario se acercase mucho a los 10 millones que antes cobraba. Si a ello se le une que Cristiano Ronaldo ahora le supera en cuanto a sueldo, el resultado es obvio.
Messi quiere volver a mejorar su contrato para que nadie le gane. Para que nadie cobre más que él. Sin embargo, la jugada parece que no le saldrá todo lo perfecta que le gustaría. Desde el Barça, por ahora, le niegan la renovación.
Al menos públicamente. En privado se afirma que el pacto entre ambas partes está cerrado y que sólo hay que esperar a que se renueva a Iniesta para que un proceso no interfiera en el otro. Movimientos casi diplomáticos para que nada arruine los caprichos económicos de Leo Messi.