La directiva del Real Madrid está harta de Ángel Di María. Harta en su sentido más literal y explosivo. Harta hasta límites desconocidos en los últimos tiempos.
La salida (ya oficial) del argentino al Manchester United, lejos de calmar los ánimos en torno a la figura del ‘Fideo’, ha reavivado la llama del desacuerdo entra una y otra parte.
La carta publicada por el jugador en la que arremete contra los mandatarios merengues ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia blanca.
«Siempre quisieron atribuirme la iniciativa de salir del club, pero no fue así. Lamentablemente no soy del gusto futbolístico de alguna persona. Yo lo único que pedí es algo que fuera justo. Hay muchas cosas que yo valoro y muchas de ellas nada tienen que ver con mi salario. Espero encontrarlas en el Manchester United, uno de los clubes más grandes del mundo con el que ojalá pueda hacer historia», escribe Di María en el párrafo que más ha enfadado a la zona noble del Bernabéu.
Tanto, que el club ya se ha apresurado a filtrar su versión de los hechos e incluso amenaza con ir más allá y publicar documentos que demuestran que las acusaciones del jugador son falsas.
Según la Cadena Cope, el director general del club, José Ángel Sánchez, estaría dispuesto a mostrar ante los medios de comunicación los SMS que el agente del futbolista le envió durante el Mundial de Brasil en los que definía de «grosería» y de «falta de respeto» la oferta de hasta seis millones de euros limpios por temporada que llegó a ponerle sobre la mesa el Real Madrid al jugador.
Porque el club blanco, al contrario de lo que ha filtrado Di María y su entorno, sí que presentó una oferta de renovación al jugador y sí que lo hizo acercándose inicialmente a los términos que el futbolista y su agente habían solicitado a lo largo de la temporada pasada.
Di María cobraba 4’5 millones de euros limpios por temporada y exigía llegar a 6 para renovar con el Real Madrid. Tras su buena campaña, el club llegó a ponerle esa cifra sobre la mesa, pero el jugador y sus representantes la rechazaron.
El PSG ya le había tanteado ofreciéndole 8 netos. Ése se convirtió en el nuevo listón del argentino, una cifra que el Real Madrid no estaba dispuesto a asumir, más si cabe teniendo en cuenta que las formas usadas por el jugador y su agente no invitaban a la negociación, sino a la exigencia pura y dura.
Un crack consentido
El Real Madrid también entiende que Di María ha obviado en su carta de despedida y los gestos que, especialmente en los últimos meses, tuvo hacia su persona.
El club cree que lejos de tratar al jugador de forma injusta, se le concedieron más ‘caprichos‘ que a otros miembros de la plantilla blanca.
Así, por ejemplo, no hubo sanción ejemplarizante cuando el jugador se tocó los genitales en señal de protesta por los pitos del Bernabéu.
Tampoco se le apartó de la rutina del equipo, ni se fomentó la búsqueda de un nuevo destino tras aquello. Es más, Ancelotti se esforzó en arroparle y le dio una nueva ubicación en el terreno de juego desde la que rindió a un gran nivel.
Además, los directivos del Real Madrid creen que el ya nuevo jugador del Manchester United ha olvidado que el club apostó por él cuando se planteó la salida de Özil y que se le renovó en 2012 doblándole el sueldo apenas dos años después de su llegada a Concha Espina, un hecho que constituye una excepción a la política de renovaciones blancas.
La mayoría se producen cuando resta uno o dos años de contrato.