Benítez, una llegada entre lágrimas y una marcha por la puerta de atrás

Rafa Benítez recibió este lunes el peor regalo de Reyes posible con su destitución como técnico del Real Madrid, club en el que apenas ha durado siete meses, al que llegó con lágrimas en los ojos y del que se marcha por la puerta de atrás sin tiempo para poder convencer de su metodología.

Elegido el relevo del italiano Carlo Ancelotti, el Real Madrid optó por un nuevo rumbo con el de Parla, presentado el 3 de junio pasado y conocedor del club, pero que en sus siete meses apenas ha podido dejar la huella de su metódico trabajo, en un espacio de tiempo donde la tensión y la polémica han marcado su breve paso.

«Nadie mejor que tú para saber interpretar lo que somos y representamos. Nadie mejor que tú para saber lo que simboliza este escudo y esta camiseta. Contarás con el apoyo y la fuerza la institución, con unos jugadores de grandísima calidad y con la afición», señaló entonces Florentino Pérez, presidente del conjunto blanco y que no ha podido cumplir sus palabras de hace unas semanas, cuando le ratificó públicamente.

En el mundo del fútbol, estas palabras de apoyo suelen ser el preludio de una próxima destitución, una situación con la que Benítez ha tenido que lidiar durante antes y después del parón navideño. El cargo del madrileño pendía de un hilo según los medios y al primer resbalón significaría el final de una etapa que afrontó con ilusión desde el primer día.

Sus lágrimas el día de su presentación en el Palco de Honor del Santiago Bernabéu denotaban la emoción del técnico por volver a ‘su’ casa, en la que pasó casi una década antes de marcharse para formarse y para encontrar la gloria y el reconocimiento que dan los títulos, principalmente la Liga de Campeones que conquistó con el Liverpool en 2005.

Pero su currículum no bastó en un club habituado a no llevarse por los números, los cuales ayudaron al de Parla en sus primeros meses cuando el equipo se mantenía invicto y apenas encajaba goles. Ya en ese buen momento a nivel deportivo se discutía el fútbol del equipo y su relación con algunas de las estrellas del equipo, entre ellas Cristiano Ronaldo, aunque ambos desmentían cualquier tipo de problema en sus declaraciones.

La goleada encajada en el Santiago Bernabéu en el Clásico (0-4) no centró la ira de los aficionados en su figura, sino más en la del presidente, pero la afición tampoco le dio más crédito y tuvo que ser un despiste burocrático el que añadiese más problemas a los que ya había.

La alineación indebida de Denis Cheryshev en la eliminatoria de la Copa del Rey ante el Cádiz le costó al equipo la eliminación del torneo, salvo que la justicia ordinaria diga la contraria, y la derrota en Villarreal, un día después de que el FC Barcelona tropezase en Riazor, lo agravó todo. Ni siquiera diez goles ante el Rayo contentaron al Bernabéu, crítico ya con el fútbol de los suyos y con el manejo de un entrenador en los cambios, sacrificando a jugadores ‘queridos’ como James o un Isco que ha desaparecido de los planes del entrenador.

Benítez lo achacó todo a una campaña mediática en contra del presidente, del club y de su persona en busca de una tabla de salvación, pero su final de 2015, con una discreta victoria ante la Real Sociedad, y el inicio de 2016, con un empate en Mestalla cuando el Barça había vuelto a dar una concesión, han terminado con su paso por un banquillo que empieza a devorar entrenadores sin remisión y sin importar el proyecto.

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