El FC Barcelona, que velará armas esta noche en un hotel muy próximo a donde el Real Madrid intentará ventilar su pase a las semifinales de la Champions League ante el Wolfsburgo, da por supuesto que lo que mañana se verá en el Calderón será un auténtico infierno, tanto en la grada como en el campo. Nadie duda de que la afición del Atlético de Madrid llevará a sus jugadores en volandas con un ambiente pasional. Sin embargo, no es este el aspecto que más preocupa entre los jugadores del Barcelona, que están acostumbrados a la presión ambiental y se crecen ante ella.
Lo que verdaderamente preocupa es que Diego Simeone convierta el partido sobre el terreno de juego en una guerra. Luis Enrique es el primero que valora esta posibilidad y en la charla previa de esta mañana ha advertido a sus jugadores de la importancia de no caer en provocaciones y no responder a las entradas que puedan recibir de los futbolistas del Atlético de Madrid. Está en juego el pase a la semifinal de la Champions League y lo que menos le conviene al Barcelona, si pasa la eliminatoria, es afrontar unas semifinales con bajas debido a las tarjetas. El Barça llega muy justo de fuerzas al tramo final de la temporada y no puede permitirse el lujo de afrontar los partidos más importantes con actores de reparto que no han tenido protagonismo a lo largo del año.
El objetivo es marcar un gol y conseguirlo manteniendo el equipo la fidelidad a un estilo. Si el Barça juega con los nervios templados en busca del objetivo, Luis Enrique está convencido de que el premio llegará y dará por concluida la racha negra de los últimos partidos. A nadie se le escapa que una eliminación ante el Atlético supondría un auténtico cataclismo para el club después de acostumbrar al entorno a la dinámica ganadora del pasado año.
