Era el Wolfsburgo, cierto. Pero era un 2-0 en contra y en la Champions, un resultado tremendamente negativo y difícil de levantar en Europa fuese el equipo que fuese el que estuviese delante. Es cierto que quizá la euforia en el madridismo y dentro y fuera del vestuario ha sido algo exagerada tras la victoria por 3-0 en el encuentro del pasado martes en el Bernabéu, pero no lo es menos que la plantilla y el club lo necesitaban. Tras una temporada muy mala en lo deportivo y lo institucional, hacía falta una noche así para volver a creer.
Por eso, en el interior del club lanzan una tímida pero reveladora sonrisa cuando leen algunos de los titulares que la prensa no madridista ha lanzado tras la gesta. Explicaciones como un juego intermitente, como la perseverancia en cuanto a las dudas sobre la fiabilidad del equipo blanco e, incluso, reflexiones como que el Real Madrid es la cenicienta de la competición a estas alturas dan la risa.
De hecho, la plantilla piensa que esto es bueno. Significa que realmente hay un sentimiento de miedo por si finalmente llega la undécima. Los jugadores del Atlético han sido mucho más sinceros en este sentido: «Sólo pido que no nos toque el Madrid en semifinales. En Europa son un equipo muy peligroso», reconocía Filipe Luis tras eliminar al Barça. El miedo venía más bien por parte culé y más ahora, que los azulgrana ya no están en la competición. Toca minimizar y poner vendas ante una posible desgracia al final de la temporada.
Si el Madrid consiguiese alzar la Undécima en Milán, ni un doblete azulgrana podría igualar el éxito blanco. Por eso, tras remontar ante el Wolfsburgo, la plantilla se ha marcado el reto. Quieren que les sigan calificando como ‘la cenicienta’ de las semifinales, precisamente para demostrar de lo que pueden ser capaces ante Bayern, City o Atlético.
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