Neymar ya ha dado por zanjado cualquier desencuentro que haya tenido en las últimas semanas con Jordi Alba. Si hace relativamente poco tiempo el brasileño no dudó en encararse con el lateral barcelonista tras recriminarle que no le pasara un balón, ahora las cosas ya son totalmente diferentes. Todo está olvidado. Ambos han hecho las paces.
Ante el Sporting, los gritos del partido ante el Valencia se convirtieron en sonrisas y buenas maneras cuando la jugada fue casi un calco de aquella que hizo que más de uno temiera por si llegaban a las manos.