Quedan sólo cinco hipotéticos partidos para el final de la temporada del Real Madrid, cuatro si no llega a la final de la Liga de Campeones, algo que no se contempla en Concha Espina. Son ya tiempos de echar el resto y bien sabe eso Zidane, al que no le tembló el pulso este martes a la hora de negarle a Cristiano Ronaldo jugar la ida de semifinales de Champions contra el Manchester City. Pese a la enorme influencia del portugués, el técnico consideró que no estaba en condiciones de forzar y tuvo bemoles (por no decir otra palabra) a la hora de colocar a Lucas Vázquez como titular junto a Benzema y Bale. El gallego no defraudó. Plantado por méritos propios ante su primera semifinal europea en todo un Real Madrid, volvió a ser de los mejores.
Y es que Zizou, consciente no sólo de lo que se juega el club, sino también de lo que se juega él mismo, ha hecho caso de lo que se le dijo desde las alturas cuando tomó las riendas del primer equipo en sustitución de Rafa Benítez: “Haz lo que tengas que hacer”. Y así está actuando. Lucas se ha convertido en su comodín, en su solución para todo lo que tenga que ver de medio campo en adelante si le falta alguno de los miembros de su equipo de gala. Un equipo en el que, por cierto, está otro secundario hasta hace bien poco y que ahora se ha convertido en intocable: Casemiro, que volvió a barrer el medio campo en el Etihad y fue clave a la hora de sostener a los blancos en tierras inglesas. Todo a costa de los dos jugadores más técnicos y talentosos de la medular merengue: Isco y James.
Relegar a la suplencia al malagueño y al colombiano es la mejor muestra, junto con su poder para haber convencido a CR7 de no forzar, de que a Zidane no le está temblando el pulso.
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