El lío de médicos que Cristiano Ronaldo se ha traído consigo en estos días posteriores a ser descartado para el partido de ida de semifinales de la Champions League ante el Manchester City ha vuelto a poner al aire libre y en boca de todos el descontrol existente con los servicios médicos del Real Madrid
y la plantilla blanca. Hasta a dos especialistas distintos a los del club, uno en Manchester y otro en Madrid, donde acudió a la Clínica Ruber para tener una opinión diferenciada de la de los galenos de la entidad sobre sus problemas musculares, han hecho saltar las alarmas y, además, han confirmado que ni CR7 ni, como él, muchos jugadores de la plantilla, tienen confianza en la que debería ser una de las parcelas mejor cuidadas del club.
Y es que ya hemos contado muchas veces lo que sucede dentro de la entidad en este sentido. Un culpable a ojos de la plantilla, el polémico doctor Olmo, protegido por las altas esferas del Madrid, contra un grupo de jugadores, la mayoría del núcleo duro del vestuario, que congeniaba más con los diagnósticos y los métodos que el anterior servicio médico (usurpado por Olmo) ofrecía. Ahora, muchos jugadores acuden a Clínicas o consultas externas, privadas, por su cuenta. Y muchas de ellas, de profesionales que hasta hace bien poco formaban parte del organigrama médico del Madrid, como Pedro Chueca.