Tras las reuniones mantenidas en los últimos días entre el entorno de Jesé Rodríguez, comenzando por su representante Ginés Carvajal, y el Real Madrid, parece que finalmente el club blanco ha decidido que el canario salga del primer equipo. Es una decisión relevante desde el punto de vista estratégico y de confección de plantilla para la próxima temporada, ya que el discurso extraoficial desde que terminó la campaña es que el ‘20’ no se iba a mover del Bernabéu. Zidane le tiene una fe incontestable y sigue pensando que es el canterano más fructífero de los últimos años. Lo mismo que muchos dirigentes en la T4 del club.
Sin embargo, su estancamiento futbolístico en los dos últimos años es un hecho consumado. Jesé explotó en su primera campaña como jugador del primer equipo a todos los efectos y de la mano de Carlo Ancelotti, mostrando desparpajo, calidad a raudales, potencia física, velocidad, desequilibrio y ese don mágico que solo los cracks prematuros saben exhibir. Llegó a sentar a Gareth Bale y se convirtió en el jugador número 12 de la campaña de la Décima, hasta que se rompió la rodilla en el camino hacia Lisboa. Nada ha sido igual para él desde entonces.
Jesé ha quedado como ese canterano típico que salta al terreno de juego en los últimos quince o veinte minutos de según qué encuentros, para tocar cuatro o cinco balones y destacar con algún tanto irrelevante, generalmente el cuarto o el quinto de goleadas en casa, y no destacar cuando realmente se le necesitaría.
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