El Sevilla fue víctima de su gran sueño en pos de otra noche de orgullo de un Madrid que fue de más a menos durante el partido y que después aprovechó la falta de fuelle andaluza para rematar en la prórroga. La Supercopa fue aburrida, con un planteamiento de Jorge Sampaoli, ambicioso pero que se tambaleó por momentos en un primer tiempo en el que los blancos debieron ser precisos. Un penalti de Sergio Ramos en el último tramo de la segunda mitad propició el 1-2 que pareció final, pero después lo arregló empatando de nuevo en na final. Zidane confió en Asensio, que fue lo mejor de blanco, y después metió a Modric, Benzema y un James que dio otro aire al ataque blanco durante la prórroga. Enorme partido de Franco Vázquez en el Sevilla. Estas fueron las claves del choque:
La apuesta del Sevilla. Para bien o para mal dará que hablar este equipo de Sampaoli. Sale con el esférico jugado desde atrás, desde los pies de Sergio Rico pasando por la defensa y hasta los hombres de arriba. Incluso Iborra, ‘stopper con potencia’ en tiempos de Emery se anima a ser arquitecto y no miembro de un equipo de demolición. Lo malo es que este Sevilla provocará el mismo efecto en sus partidos que, por ejemplo, el Rayo Vallecano de Paco Jémez: si es capaz de jugar, enamora, pero toca demasiado sin réditos y pierde muchos balones en la retaguardia. Fruto de estos fallos acabó exhausto, con diez hombres y encerrado en su área sin balón, algo que mata totalmente cualquier plan de su entrenador.
Un Madrid con un gran defecto… pero igual de creyente. Una vez más, los blancos demostraron estar más que blandos en defensa. Se vio ante el PSG, se notó en un segundo tiempo contra el Chelsea cuando los de Conte echaron las líneas arriba tras un primer periodo desconocidos, y aunque hubo tregua frente al Bayern de Múnich esta noche volvió a verse contra el Sevilla. No hay contundencia atrás, ni tampoco demasiada solidez a la hora de sacar el balón jugado. Preocupan el estancamiento de Varane y también la excesiva confianza de un Sergio Ramos que ha quedado para goles épicos y partidos intermitentes, tan fiable cuando está como peligroso cuando desconecta. Prueba de ello fue el penalti, tan innecesario como clave, en un momento decisivo.