Mientras se completa la operación salida del Valencia con bastantes operaciones aun en ciernes y alguna que otra marcha que será dolorosa (o podría serlo, mejor dicho, hablando de Mustafi), Suso García Pitarch sigue dándole vueltas al tema de darle mayor calidad a una plantilla cuyo objetivo sigue siendo entrar en Champions el próximo curso, lo mismo que se pretendía el año pasado pero con mayor apremio tanto para la entidad como para el técnico y los futbolistas.
Volver a quedar fuera de la máxima competición europea sería devastador para los intereses económicos de un proyecto que se publicitó como enormemente ambicioso y que no está cumpliendo con las expectativas de la afición. Esto ha generado una tensión y una presión externa e interna difíciles de sobrellevar. Pero la realidad es la que es, y sin Champions el Valencia no sólo no puede aspirar a grandes incorporaciones, sino que además se ve obligado a asumir ciertas salidas que, de lo contrario, podría evitar en una postura de fuerza mayor.
En este sentido, es comprensible que al director deportivo le esté resultando enormemente difícil fichar a futbolistas que ilusionen a la hinchada. Pero parece haber llegado a una conclusión: la única forma de intentar conseguirlo es esperar hasta el último momento antes del cierre del mercado, cuando los grandes de Europa se vean obligados a acelerar y rebajar sus pretensiones por los descartes que realicen de aquí al 31 de agosto.
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