“Si no sale nadie, no puede venir nadie”. Parecía cristalino el sentir de Zinedine Zidane en la previa del estreno del Real Madrid en la Liga 2016-2017, una reflexión en voz alta destinada a lanzar un mensaje a la cúpula directiva del club en vísperas de enfrentarse a la Real Sociedad: acelerar la salida de uno de los mediapuntas de la plantilla (previsiblemente James) para proceder al fichaje que todavía muchos esperan en este verano tan soso del conjunto blanco. Empieza a dar igual lo que sea: mediocentro defensivo, mediapunta morboso (Cesc) o lateral izquierdo. El caso es fichar. Engalanar el Bernabéu. Ocupar portadas y volver al ranking de gasto de Forbes.
Pero el 0-3 de Anoeta dio como resultado a un Zidane más que satisfecho, que volvía a dar espaldarazo a su vestuario en las entrañas del coliseo vasco: Está bien con los que está, una plantilla comprometida aunque eso le cueste “dolores de cabeza” a la hora de conformar las alineaciones. Una manifestación inequívoca de que quiere que todos estén contentos y que crean en su causa. Sin duda, la explosión de Asensio y el partidazo de Morata a pesar de quedarse vacío ante el gol han provocado las primeras conclusiones dentro y fuera de la casa blanca: los chavales ilusionan, y por primera vez en muchos años el Madrid puede hacer cosas grandes con chicos jóvenes, canteranos y una serie de valores muy del gusto de los aficionados que parecían perdidos.
Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen en este día de feliz resaca tras la goleada en San Sebastián es qué hará Zidane cuando recupere a los que faltan, y que este domingo no entraron en su supuesto dolor de cabeza a la hora de elegir el once.
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