4 de enero de 2016. Tras muchas deliberaciones, rumores y contradicciones, el Real Madrid decide cesar a Rafa Benítez como entrenador del primer equipo. Apenas llevaba media temporada como técnico y sólo unos pocos días antes, Florentino Pérez le había ratificado en el cargo. Pero los vaivenes de una campaña tremendamente accidentada y mala desde el punto de vista del juego y los resultados hasta entonces, propiciaron su caída. El presidente blanco no tiró de chquera y optó por colocar a un novato, Zinedine Zidane, hasta ese momento entrenador del Castilla, al frente de la nave. En mitad de una temporada incierta, con la Liga difícil, sin Copa del Rey y con un tortuoso camino en la Champions League, el francés afrontaba por sorpresa su primera experiencia en un equipo de primer nivel.
Zidane hizo valer lo único especial que tenía como técnico: su condición de leyenda del fútbol. Costó, pero convenció a la plantilla de sus posibilidades y el equipo acabó ganando la Champions. Ahora, con el francés ya firme al frente del barco y un grupo muy centrado y convencido de su idea, se ha intentado vender su llegada como una jugada maestra por parte de la entidad. Nada más lejos de la realidad. Y el encargado de darle algo de ‘picante’ al asunto ha sido, cómo no, José Mourinho.
El ahora técnico del Manchester United, que en el momento en el que el Madrid despidió a Benítez estaba libre al haber sido también despedido del Chelsea sólo semanas antes, ha desvelado que pudo haber ido a equipos distintos al conjunto de Old Trafford, por el que decidió esperar hasta este verano: «Antes de firmar pude haber ido a Italia e incluso a España,
como lo he hecho en el pasado.
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