Locura. Las últimas horas del mercado de fichajes se viven con un tensión desmesurada. Zidane mandó un mensaje a las alturas hace escasas fechas: sobra personal. Los dedos señalan al centro del campo y, en concreto, a James Rodríguez.
El técnico galo pagaría de su bolsillo para perder de vista al colombiano. No pasará. Las ofertas de última hora que el Real tiene sobre la mesa no se acercan, ni por casualidad, a los 80 ‘kilo’ que el club blanco pagó al Mónaco haces únicamente tres veranos.
El caché del cafetero cae en picado haciendo inviable una venta que no saque los colore en la zona noble del Bernabéu.