El joven Raúl Martín Presa, un presidente atípico que hace unos días volvió a la cresta de la ola informativa por su ataque al Marcelino García Toral, vio claro el camino para sustituir a Paco Jémez cuando José Ramón Sandoval se ofreció al club a un precio realmente competitivo. El dirigente pensó que, dado que el mítico Felines ya está retirado de los banquillos, no había otro entrenador con tanta historia y a tan buen precio como Sandoval para ocupar el puesto y conducir a los rayistas de nuevo a la Primera División.
El desafiante Martín Presa había escuchado que había en el vestuario jugadores que conocían a Sandoval y que no tenían la mejor de las opiniones de él, más en el campo personal que en el de sus conocimientos como entrenador. El presidente mantuvo su apuesta porque comprobó que también había triunfado en el Sporting de Gijón, pero este comienzo de Liga en Segunda está destapando que ahí dentro, en el corazón del club, no hay sintonía entre Sandoval y unos cuantos futbolistas, quizá por sus ideas irrealizables, quizá por sus decisiones injustas.