Decíamos estos días que Zidane anda dándole vueltas a la cabeza después del empate contra el Eibar, que ha convertido el choque de la próxima semana frente al Betis en Sevilla en una auténtica final. No ya por los puntos o la situación en la tabla clasificatoria, que a estas alturas de temporada no tienen mayor importancia, sino para no terminar de disparar las alarmas y que el pánico mine la moral y haga tambalearse los cimientos de su proyecto antes de tiempo. El Real Madrid debe ganar para mantener la confianza intacta y no entrar en un bucle peligroso de malos resultados que cuestionen todo lo que hace solo unas semanas parecía casi idílico.
Para ello, el galo anunció medidas en caliente, nada más acabar el choque contra los armeros (“algo pasa y tengo que buscar soluciones”). Después, algunos medios afirmaron que
incluso se plantea ‘banquillazos’ si alguna estrella sigue sin estar al cien por cien. Y este jueves también se supo que pretende concienciar a toda la plantilla de que esto deben arreglarlo juntos. Quiere escuchar a los jugadores y que sea el colectivo el que ponga énfasis en lo que falla, que según el francés pasa sobre todo por la falta de intensidad en el inicio de los partidos y la presión alta sobre el rival.
Una mezcla de todo esto, terapia de grupo y algún cambio si es necesario, parece lo lógico.
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