Sergio Ramos caía lesionado el pasado domingo en el choque entre Albania y España tras caer de mala manera en un salto por un balón aéreo. Una acción que asustó casi de inmediato al central madridista, que pidió el cambio ipso facto. Las pruebas posteriores, sin embargo, reflejaron una noticia a la par esperanzadora aunque incómoda: no ha habido lesión grave en los ligamentos de su rodilla izquierda, algo que podría haberle tenido de baja toda la temporada, pero sí «un esguince de
grado II en el ligamento colateral medial de su rodilla izquierda». Es decir, que sí tiene afectados dichos ligamentos.
El tiempo estimado de baja del futbolista, a tenor de lo que predican todos los medios, es de unas seis semanas. Sin embargo, en lo que la prensa y los especialistas no se ponen de acuerdo es en su fecha de regreso. Algo que, además, tiene mucho que ver con lo que haga el propio jugador, y en el caso de Ramos este detalle será tremendamente importante. No precisamente porque Sergio sea sospechoso de estar de baja tiempos prolongados, sino todo lo contrario. Es de sobra conocido su afán por forzar todo lo que puede y más con tal de no perderse ni un solo partido.
Prácticamente desde su aterrizaje en el club hace ya más de una década, Ramos lo ha jugado todo, incluso con molestias importantes. Son incontables los casos en los que tanto el propio defensa andaluz como el Real Madrid han reconocido que Sergio ha jugado infiltrado, algo sin duda encomiable y de alabar, pero que ahora que va alcanzando una edad veterana podría empezar a pasarle factura de forma terrible.
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