Cierto que Leo Messi sólo ha jugado dos de los tres partidos que ha disputado el FC Barcelona en la presente edición de la Champions League, de ahí que su bagaje de kilómetros recorridos sea parejo al de Ter Stegen (15,522 metros Messi y 13.348 metros el portero), pero da una idea del gasto que hace Messi en los partidos. Ante el City, jugando los 90 minutos, corrió 3,5 kilómetros menos que Rakitic, el jugador que más se desgastó.
El detalle carece de relevancia. Messi no salta al césped para correr sino para pensar y encontrar el camino de la victoria. Y corre lo justo y necesario para ser desequilibrante cuando la situación lo permite. Luis Enrique y sus compañeros conocen el detalle, pero todos
comparten la teoría de que lo mejor para el equipo es que cuando Messi tiene que pasar a la acción, mejor que esté descansado. Guardiola ya se inventó a Pedro para liberar a Messi de las tareas de presión sobre las defensas contrarias. Y con Luis Enrique, un obseso de la preparación física, el equipo está montado en base a que Messi llegue fresco a los minutos finales de los partidos, momento más propicio para sorprender a las defensas contrarias.
Es el secreto de Leo Messi para llegar intacto a los 40 años jugando a fútbol. Aporta más talento que los demás, pero se desgasta menos, lo que es una excelente noticia para el Barça, para Argentina y para el fútbol en general. Las perspectivas indican que Messi puede eternizarse en los campos de fútbol regalando al mundo esos golpes de genio que sólo están a su alcance.