Tocados. Esa es la reflexión en voz alta que hicieron los jugadores del Real Madrid el pasado miércoles después de caer por segunda vez consecutiva esta temporada ante el Celta. Una derrota que pone al equipo contra las cuerdas en la Copa del Rey y que limita sus posibilidades de conseguir el ansiado triplete esta temporada. Pero que, por encima de todo, instala las dudas en el seno del vestuario después de 40 partidos sin perder. Muchos futbolistas reconocieron ante la prensa que la derrota en Sevilla les había dejado rotos anímicamente.
Y esa sensación de perder los papeles, de nervios, pudo palparse incluso sobre el césped del Bernabéu durante el partido frente a los gallegos. Un duelo en el que el Real fue de mas a menos, nunca llegó a ser dominador claro y apenas pudo crear peligro contra la portería celeste, cayendo a manos de los contragolpes del equipo de Eduardo Berizzo. Malas sensaciones, como decimos. Y en medio del juego, un enfrentamiento típico y propio de un partido, pero que a uno de sus protagonistas se le pudo ir de las manos.