Contábamos este lunes en Don Balón que, si existe una diferencia muy grande entre Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, y sobre todo en la forma en la que las aficiones de Real Madrid y Barça tratan a sus máximas estrellas respectivamente, es que el Bernabéu no le pasa una al portugués, mientras que no se recuerda ninguna noche aciaga en la que el barcelonismo haya pitado al argentino
por muy mal que lo haya hecho. A buen seguro, esa es una espina clavada en el orgullo del siete madridista, que en más de una ocasión ha tenido sus más y sus menos con el respetable blanco.
Pero, sin duda, y muy unido a este tema, a Cristiano habrá otro asunto que hará que le ‘pite’ y mucho su cabeza: el del juego del equipo. Su bajísima forma, cuando estamos a pocos días de encarar el mes de febrero y quedan solo cuatro para terminar la campaña, despierta más dudas que nunca entre el madridismo. Mientras existe una corriente que apunta a su edad y al enorme desgaste que su físico ha tenido durante años (por el cual, ya no volverá a ser el mismo y estamos asistiendo a su progresivo ocaso), otra señala que solo se trata de un pico bajo de forma y que el mal momento del equipo le perjudica.
¿Puede ser esto cierto? Desde luego, si el Real Madrid está mal, Cristiano tiene que notarlo. Pero al mismo tiempo, el propio Cristiano había sido hasta ahora la mejor de las medicinas contra malas épocas. El antídoto frente a la irregularidad futbolística o la falta de ideas en ataque.