Cristiano Ronaldo era una furia al término del Celta-Real Madrid. El portugués, a quien no le gusta perder ni en los entrenamientos, tenía un sueño oculto para el presente curso: el triplete.
En su eterna lucha con Messi el argentino marca varias muescas en forma de tres títulos de una tacada que le falta al luso. No había equipo mejor que este, afirman en el Real, para asaltar el reto. La racha de victorias invitaba al optimismo máximo. Y el palo de Balaídos ha dejado al personal tocado y, en algunos casos, hundido.
Ronaldo se muerde la lengua.