Todo apunta a que Isco Alarcón y el Real Madrid van a vivir un tostón mediático en los meses que quedan hasta el próximo 30 de junio. La situación contractual del jugador malagueño se ha enquistado y su peso deportivo actual en la plantilla blanca favorece un debate nocivo para el buen ambiente reinante en la casa blanca. Un típico caso de incertidumbre para con un futbolista idolatrado por buena parte de la grada, aunque menos que en sus primeros años.
La realidad es la que es. Isco termina contrato con el Real Madrid en junio de 2018 y no ha renovado todavía. Su rendimiento es irregular, y no siempre termina de ser importante para el equipo, ni siquiera desde el banquillo. Después de cuatro temporadas él quiere empezar a jugar más. Considera que lleva ya varias campañas demostrando su compromiso, pues nunca ha conseguido alcanzar la titularidad de forma regular y a pesar de ello no se le conocen desplantes. Y la calidad la tiene. Por todo ello, simplemente debe valorar su situación, y el rumor más extendido entre los medios es que por ahora prefiere no renovar y esperar a ver qué papel tiene para Zidane en los meses venideros, lo cual apunta a una posible salida, lógica por otra parte, si todo continúa como hasta ahora.
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