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La invasión (y la tensión) que puso en peligro la fiesta del Real Madrid-Nápoles

Mientras el Real Madrid desplegaba toda su artillería sobre el césped, el partido se vivió de una forma nunca antes vista en la grada del Bernabéu

La invasión (y la tensión) que puso en peligro la fiesta del Real Madrid-Nápoles
La invasión (y la tensión) que puso en peligro la fiesta del Real Madrid-Nápoles Don Balón

20:35 horas de la noche. Tras el correspondiente calentamiento, el Real Madrid se retira a los vestuarios minutos antes de volver a saltar al césped del Bernabéu para comenzar su partido de octavos de la Champions League ante el Nápoles. Justo en ese momento, un Santiago Bernabéu mucho más lleno a falta de diez minutos que en cualquier día de partido normal, despide a los futbolistas con aplausos… pero también con una sonora pitada. Sí, han leído bien, más pitos que aplausos, una mezcla extraña de sensaciones que hace que los aficionados merengues ya presentes en el recinto se miren unos a otros. ¿Enfado por el mal juego desplegado en los últimos encuentros en casa? ¿Alguna otra cuestión que se escapaba?

Nada más lejos de la realidad. Los instantes previos al inicio del choque revelaban ya la presencia, advertida en los días anteriores de la semana y que en ese momento se hacía muy visible, de un número inhabitual y mucho mayor de lo normal de tifosi del Nápoles, no sólo en su espacio delimitado dentro de las gradas del estadio, sino repartidos por todo el mismo, entre la afición del Madrid. El abonado de toda la vida descubría que a su alrededor crecían elementos con bufandas azules cantando consignas en italiano y empequeñeciendo el ambiente local, mientras la conocida como Grada Fans RMCF intentaba contrarrestar la sorprendente invasión elevando el tono de sus cánticos.

El extraño escenario tomaba cuerpo a medida que el protocolo del partido iba cumpliendo pasos: Más cánticos en italiano a la salida de ambos equipos, gritos poco conocidos al compás de la atronadora sintonía de la Champions y una vez iniciado el partido, tensión palpable en cada jugada en la que los hombres de Maurizio Sarri se acercaban a la portería de Keylor Navas. Hasta que en el minuto 8, la mala colocación del guardameta costarricense y el talento y la picardía de Insigne colocaban el 0-1 en el marcador. Faltó poco para que sonara como un gol del Madrid. El estallido de gritos en forma de celebración comenzaba en la parte superior del fondo norte pero se difuminaba en una sucesión

de focos repartidos por doquier, imposible de identificar.

Por entonces, el problema ya estaba establecido y era imposible de detener. Era evidente que los aficionados madridistas se enfrentaban a un encuentro incómodo y las tensiones no tardaron en aparecer. Muy cerca de los límites de la grada de animación la policía se vio obligada a actuar hasta en tres ocasiones, alentada (todo hay que decirlo) por denuncias de hinchas locales que se quejaban del exceso de alevosía con el que los italianos celebraban cada acción del partido a su favor. Mucha tensión, gritos, algún insulto coreado por buena parte del respetable español y, en general, ningún incidente destacable más allá de la expulsión de un par de hinchas napolitanos, y de lo desagradable que suponía levantarse del asiento cada poco tiempo para poder ver el partido, dado que las grescas hacían levantarse al público. Cabe destacar también que el buen juego del Real Madrid, la remontada

y el hecho de que los tifosi no llegaron a provocar ningún altercado de envergadura hicieron que el ambiente volviese a la normalidad durante el segundo tiempo.

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