Mal, muy mal. Así puede resumirse el partido en el que el Real Madrid cedió el liderato de la Liga ante un Barça menor, y que ya sabe que Luis Enrique
no continuará la próxima temporada precisamente por encarnar a un equipo excesivamente desgastado. Aun así, los blancos certificaron ante la Unión Deportiva Las Palmas otro encuentro desastroso hasta que se vieron ahogados en tiempo y en el marcador. Pierden la iniciativa por primera vez en muchísimas jornadas, acercándose poco a poco a otro descalabro similar al sufrido por el Madrid de Ancelotti en 2015. Queda la ‘bala’ del partido aplazado de Vigo que, por cierto, cada vez tiene más tintes épicos. Y dejan la sensación de ser un conjunto desordenado, que ha perdido ideas y empaque y con síntomas de desquiciamiento. Esta noche lo encarnaron Gareh Bale y Keylor Navas, el primero autoexpulsándose de forma increíble y sin venir a cuento, y el segundo cometiendo otro error grotesco que redujo las opciones de gesta a la mínima expresión.
Empezó el choque de forma vertiginosa, alocada, anunciando lo que sería todo el partido. Sin Casemiro y sin Modric, el Real Madrid perdió todo el control posible en el medio campo pero ganó velocidad de demolición con Bale y Morata. Kovacic aportaba impulso hacia delante, pero seguramente no era el día para apostar por sacrificar control por pegada. Las Palmas es un equipo que juega al fútbol con mucha delicadeza y de forma preciosista, pero que carece de contundencia defensiva, así que lo fía todo a su ataque. El resultado fue un choque de ida y vuelta en el que los canarios ‘pululaban’ el área de Navas y el Madrid intentaba picar sin contemplaciones ni preliminares. Por una vez, esta ruleta rusa no le favoreció.
Y no lo hizo porque el encuentro fue evolucionando de regular a mal, y de mal a peor. Empezó marcando Isco, pero Tana empató valientemente un minuto después, bailando a Sergio Ramos. A partir de ahí el Madrid se sintió extrañamente fuera de sitio, noqueado, y el equipo amarillo le comió aun más terreno. El equilibrio en el marcador permitía pensar que la calidad decantaría la balanza a favor de los blancos en un momento u otro, sobre todo cuando Morata y el linier se pusieran de acuerdo y los goles del delantero (hasta tres esta noche) no fuesen anulados por fuera de juego (uno fue claro, los otros dos muy dudosos).