Muy placentero se presentaba este miércoles para un Real Madrid que afrontaba el día después de su clasificación para cuartos de final de la Champions tranquilo por haber superado el ‘infierno’ de San Paolo, aunque ligeramente preocupado por la imagen dada, sobre todo, en la primera parte. Sin embargo, la caída del Barça en esta misma ronda a manos del PSG suponía un alivio fantástico para afrontar el resto de la temporada con más tranquilidad y confianza. No fue así.
Los culés golearon al equipo galo de forma histórica (6-1) y enterraron a Unai Emery y a los suyos. Una derrota que, además de escocer tanto al vestuario como al propio madridismo, deja alucinados a los futbolistas merengues, que rápidamente han hecho extensibles las palabras que tuvieron con su técnico, Zinedine Zidane, un día después de acabar el choque en Italia: lo que queda de temporada va a ser durísimo, y la resurrección del Barcelona es más que peligrosa.
Parece que el anuncio de Luis Enrique de marcharse al final de temporada ha provocado un efecto balsámico (y casi de euforia) en el vestuario rival, al nivel del que sufrió hace dos temporadas, cuando Lucho estaba también en la ‘cuerda’ floja tras caer en San Sebastián, y el presidente Bartomeu anunció elecciones.
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