Uno de los cambios que realizó Zinedine Zidane en el partido entre el Athletic y el Real Madrid, el que más sorprendió a todos (y provocó no pocas críticas en directo que, de haber salido mal, se habrían convertido en un caballo de batalla muy duro en contra del técnico), fue el de Luka Modric. Zizou decidió quitar del campo al croata con 1-2 en el marcador, es decir, con un electrónico apretado y no definitivo, en el minuto 62 de partido, todavía con casi media hora por delante. Su justificación fue que buscaba «defender más juntos», dando a entender que el timón blanco no estaba jugando bien. Tuvo hagallas para hacer el cambio, como posteriormente el de Cristiano, ya que a simple vista no parecía lógico sacrificar un centrocampista creativo para dar entrada a un extremo de brega física (Lucas Vázquez).
Sin embargo, esas declaraciones posteriores de Zidane, unidas a los datos que Modric está dejando en este último tramo de competición, justifican la decisión del galo. Y es que el balcánico está atravesando una mala racha de rendimiento. Su nivel ha bajado desde que comenzó 2017 debido, creen en el cuerpo técnico, a su sobrecarga de minutos y partidos.