Lo de Granada fue un milagro. En el Barcelona ni al menos listo escapa que el equipo transita por la cuerda floja. Sufrir contra un equipo que lucha por no descender no es el camino. Por más que la goleada final tape el escándalo inicial.
Luis Enrique volvía a meter la pata. El asturiano tiraba de rotaciones ubicando a André Gomes en tierra de nadie. Una posición que retrató lo peor del luso. El Barça, afirman desde el vestuario, jugó con nueve hasta la salida del portugués. Con nueve porque lo de Jeremy Mathieu, el otro gran señalado, fue de traca.
Los pesos pesados del Barcelona se plantan. Si el equipo quiere seguir enganchado a la Liga no puede dar tanta ventaja al rival.