Caras largas. Leo Messi se partió la suya hasta la extenuación. El crack azulgrana lideró el juego del equipo contra la muralla italiana hasta que el árbitro puso fin a la agonía.
El Barcelona no está para ganar la Champions. Ni para pelear la Liga. El Clásico apunta a ‘vía crucis’ final a la espera de atar el único título factible de la temporada: la Copa.
El fin de ciclo es una evidencia mayúscula en el Camp No. Ni al más torpe se le escapa que este equipo no da, ni tiene, más.