Leo Messi quiso enviar un mensaje muy claro con la celebración de su último gol en el Bernabéu, el número 500 que marca en partido oficial como jugador del Barcelona.
El argentino quiso enviar un mensaje no sólo a la grada del Bernabéu, abiertamente hostil contra él durante los 90 minutos, sino también a los futbolistas del Real Madrid y al mundo del fútbol en general.
Su gesto, de pie, mostrando la camiseta con su nombre y su dorsal, ajeno a todo, incluso a la amarilla que le costaría su acción, dijo mucho con muy poco.
Messi habló sin palabras.