Aunque Zinedine Zidane ha quedado como el gran señalado del Clásico ante el Barça, lo cierto es que si al galo le están ‘lloviendo’ palos desde el domingo es, principalmente, por Gareth Bale. La decisión del entrenador francés de alinear al extremo pese a que era duda por lesión, con tal de no romper la BBC en un partido tan señalado, ha dejado la sensación en prensa y aficionados de que la línea de ataque madridista es intocable. Y que por muchas rotaciones que haya, cuando es necesario dar un golpe en la mesa y dejar a alguno de ellos en el banquillo en un partido crucial, eso no pasa y el cuerpo técnico se pliega.
Bale sabe esto. Pero además, ha seguido muy atentamente las reacciones de todo el mundo después del encuentro. Es consciente de que al aficionado medio se le agota la paciencia después de cuatro temporadas en las que Gareth no ha podido (o no ha sabido) llamar a la puerta y convertirse en ese sucesor de Cristiano Ronaldo que todos esperan. Pero también cree que no es justo que desde el cuerpo técnico se le haya ‘echado’ a él la mayor parte de culpa de lo sucedido. «Me dijo que estaba bien, e ilusionado por jugar», ha dicho varias veces Zidane después de la derrota. En muchos sectores ha quedado la sensación de que el futbolista podría haber mentido para estar en el partido.
Nada más lejos de la realidad.