Fue una de las imágenes del partido. Mientras el Real Madrid cerraba su ‘final’ ante el Sevilla y amarraba tres puntos vitales que le acercan un poco más al título de Liga, Álvaro Morata evidenciaba su cada vez más profunda brecha con el proyecto blanco y con Zinedine Zidane. Hace tiempo que el delantero tomó la decisión de marcharse, harto de tener muy pocos minutos en relación con su rendimiento este curso, bastante por encima del de Karim Benzema en cuanto a goles. Y pese a que no ha querido interferir en los intereses del grupo ni bajarse del barco en todo el año, conforme se acerca el final está más nervioso por cerrar su segunda etapa en el Real.
Una sustitución tras darle el técnico francés la titularidad frente al equipo andaluz, un mal partido (no le salió absolutamente nada) y un gesto feo delante de todo el público del Bernabéu. Ni miró a Zidane, ni siquiera le dio la mano. Algo que no ha sentado nada bien ni en el cuerpo técnico ni tampoco en las altas esferas de la entidad. Justo en el momento más crucial de la temporada, con el equipo jugándose un doblete histórico en tan solo tres partidos antes de las vacaciones, no entienden que Álvaro haya podido desviar la atención con una ‘niñería’ de este tipo.
Florentino Pérez ya tenía bien interiorizado el hecho de que el Real Madrid tendrá que afrontar la venta de Morata este verano. Un tema que por un lado no acarreaba demasiados problemas, ya que la cotización del ariete en el mercado es altísima y el club logrará una importante inyección de ingresos pese al gasto que hizo el pasado curso para repescarle.
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