Las vueltas que da el verano. Nada más conquistar el doblete, Liga y Champions, el Real Madrid se marchó de vacaciones sumido en un éxtasis de feliciadad que, sin embargo, le fue empañado muy poco tiempo después de terminar la temporada. La ya célebre portada del diario A Bola sobre el enfado monumental de Cristiano Ronaldo tras las últimas acusaciones de la fiscalía española y sus problemas con Hacienda desembocaba en una noticia ‘bomba’: el luso había decidido marcharse de España y, por ende, del Real Madrid.
El terremoto mediático fue bestial durante un par de semanas, coincidiendo con la disputa de la Copa Confederaciones por parte de Portugal, competición en la que CR7 guardó un silencio sepulcral. Pero en el entorno, todo eran malas noticias para el madridismo. La sensación sobre un adiós seguro e irrevocable por parte del luso (y así lo afirmaron no pocos medios, tanto cercanos como no tan cercanos a la actualidad del Real Madrid) fue tan fuerte, que la entidad activó todas las alarmas para afrontar una transición histórica sin el crack de Madeira ocho años después.
Pero finalmente, todo ha quedado en nada. Tal y como muchos otros preveían, el enfado de Ronaldo era simplemente eso, un enfado, multiplicado y exagerado de forma monstruosa por parte de la prensa y un entorno que buscó algún tipo de solución drástica sin conseguirlo. Y varias semanas después, a lo que hemos asistido con sorpresa no es a la fuga del jugador franquicia del Real Madrid, sino a la de uno de los tres futbolistas clave del eterno rival, el Barça, que para nada estaba prevista.
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